domingo, 30 de septiembre de 2007

La tormenta

Hoy comienzo este diario con más de una sospecha. No pensaba hacerlo, pero la Francisca me convenció. Mientras cocinaba con el entusiasmo de siempre, me confesó que para ella existencialismo significaba amor a la existencia y punto, y no le importó un bledo mi definición escolar, ni las obras completas de Sartre, ni la imagen yerma del pobre Camus desangrándose en la carretera. Y puede que tenga razón, mientras yo me estreso el domingo por la noche presintiendo la mañana del lunes, ella abre el periodico y me lee su horoscopo: "entregue sus preocupaciones a una fuerza superior, es hora de que tome un descanso" le recomiendan los astros y con eso se queda tranquila, con eso y un beso antes de dormir le basta para ser feliz. Casi me olvidaba, la tormenta de arriba es de Turner. Un pintor que se hizo amarrar al palo mayor de una nave durante toda una noche para, según él, captar la esencia de una tormenta. Ahora lo veo todo claramente, yo soy ese ridículo amarrado al palo, muerto de frío, y ella, la dulce y terrible tormenta.